Del liderazgo
Es una palabra de la que constantemente hacemos uso por no se sabe qué obsesión colectiva de búsqueda de referentes. Y buscamos líderes, intentamos fabricar líderes, forzamos a mucha gente a ejercer como líderes.
Pero afortunadamente líderes del calibre de Alejandro Magno, Napoleón, Gengis Khan, Hernán Cortés, Rodrigo Díaz de Vivar o Cristóbal Colón, no aparecen en todas las generaciones, y menos aún son contemporáneos.
Debemos reflexionar un poco. ¿Qué es un líder? En mi opinión, es alguien que tiene tal ascendiente moral, personal y de preparación técnica sobre una serie de personas que es capaz de persuadirlas de que le acompañen a conquistar territorios inexplorados que normalmente suelen estar llenos de peligros y cuyo éxito consistirá en primer lugar, en sobrevivir al empeño, en segundo, una promesa de grandes reconocimientos sociales, y en tercero, y no menos importante, una expectativa de beneficios materiales acordes con la magnitud del riesgo.
Y ahora viene mi pregunta: ¿Todos los que acompañaron a las grandes figuras que citamos antes eran líderes? ¿O eran personas expertas en el ejercicio del mando que cumplían y hacían cumplir las instrucciones del líder? Y es que ese ejercicio es muy difícil aunque a todos nos guste mandar. Pero los que saben hacerlo de verdad, los verdaderos jefes saben que es un proceso de aprendizaje continuo y que supone tener unas serie de cualidades naturales que deben ser pulidas a lo largo de la carrera profesional, y que generalmente empiezan por tener buenos jefes de los que aprender.
Curiosamente, el líder lo es por necesidad al ser expulsado de una organización a la que podría haber aportado toda su valía por… un mal jefe.
A lo mejor no necesitamos muchos grandes líderes, sino muchos buenos jefes. Y esto sí se puede aprender. El liderazgo debe tener connotaciones individualistas que no se compadecen en absoluto con la convivencia dentro de las organizaciones establecidas.
Si nos fijamos bien, todos los líderes citados debieron salir de su entorno para triunfar, y en nuestro imaginario colectivo actual nos estamos empeñando en fabricar líderes en lugar de enseñar el ejercicio del mando a buenos profesionales que no tendrán que salir de nuestra organización si no les forzamos a ello.
¿Por qué llamarle liderazgo cuando es simplemente profesionalidad en la función del mando?
Otro día hablaremos de las características de esta profesionalidad del jefe.